El estrés es una palabra casi omnipresente en estos días. «El estrés es la suma de todas las influencias tanto externas como internas, así como nuestra capacidad para reaccionar a ellas.» En este caso, se entiende como estrés no sólo los desencadenantes sino también la reacción completa a toda esta carga. Los llamados estresores, a menudo no se pueden modificar, pero sí podemos influenciar la manera de reaccionar a estos factores.
Estrés: ¿Qué queremos decir con eso?
Sin embargo, el estrés como palabra se utiliza a menudo de forma indebida. «Estoy estresado» expresaría una sobrecarga. Sin embargo, esta afirmación no tiene en cuenta la definición original desarrollada por Hans Seyle. De acuerdo con Selye, el principio de una sobrecarga, conduce a una liberación de hormonas de la glándula suprarrenal como una expresión de la movilización general de las fuerzas de defensa en el cuerpo (fase de alarma).
Hoy sabemos que durante un proceso de estrés, el organismo no sólo libera hormonas del estrés clásicas como el cortisol y la adrenalina, sino que también conduce a reacciones muy complejas en nuestro cuerpo.
El equilibrio entre la tensión y la relajación
Tomar medidas terapéuticamente efectivas para prevenir o contrarrestar estos procesos debería ser nuestro objetivo. Es importante encontrar el equilibrio rítmico entre la tensión y la relajación. Después de cada fase de esfuerzo, debe tener lugar una fase de recuperación. En esta pausa deliberadamente elegida, se pueden llenar las reservas de energía y regeneración. Mientras se respeten estas fases de descanso y relación después de fases de estrés, se puede evitar el agotamiento o algo peor.
Por lo tanto, no se debe esperar hasta que se produzca el agotamiento, y prestar atención a las necesidades del cuerpo. El agotamiento no sólo es una respuesta conocida al exceso de trabajo, sino que también pueden ocurrir trastornos metabólicos, dolores musculoesqueléticos o síntomas prematuros de la menopausia en mujeres.
Para poder garantizar una regulación normal del estrés, existen varios sistemas en nuestro cuerpo que actúan de forma interconectada, simultánea y de forma natural. La dieta juega un papel importante: las vitaminas, los minerales y los oligoelementos son tan importantes como el buen nivel de ácidos grasos. Los partidarios obvios de un estilo de vida estresante son el magnesio, los ácidos grasos omega 3 o los antioxidantes, como la vitamina C o el extracto de té verde.
El equilibrio ácido-base es otro sistema de regulación del estrés. En última instancia, sin embargo, la sobrecarga siempre termina en los siguientes tres órganos y sistemas:
1. Estómago
La regulación del equilibrio ácido-base juega un papel importante. Consecuencias causadas por el estrés puede variar desde la gastritis a la úlcera gástrica. Posteriormente, si el estrés continúa en el sistema digestivo, puede conducir, por ejemplo, al desarrollo de la enfermedad inflamatoria intestinal crónica.
2. Sistema linfático
El sistema linfático recorre todo nuestro cuerpo y juega un papel crucial en el torrente sanguíneo frente a la lucha del sistema inmune contra patógenos y cuerpos extraños. El estrés prolongado puede, entre otras cosas, causar una contracción de las glándulas linfáticas. Si este sistema tiene una función restringida debido al estrés, puede provocar una mayor susceptibilidad a infecciones como secreción nasal, herpes o sinusitis crónica. De esta forma, cuanto mayor sea el estrés, mayor será el aumento de alergias o intolerancias.
3. Glándula suprarrenal
La glándula suprarrenar es la representante de todo el sistema hormonal. La secreción de hormonas suprarrenales y la activación de receptores de hormonas como la adrenalina conducen a la activación de las fuerzas de defensa conocidas en el cuerpo. Esto se aplica no sólo a las situaciones agudas que amenazan la vida, sino también al aumento fisiológico normal del cortisol por la mañana que nos hace hábiles para enfrentarnos a los desafíos del día a día.
Podemos observar que el enorme aumento de la intolerancia a los alimentos, la acidificación y los trastornos hormonales son expresión de un continuo aumento de estrés y en muchos casos también una expresión de cansancio y de exceso de trabajo. El cuerpo simplemente trata de autoregularse constantemente frente a los desafíos del día a día y cuando no puede más, se desliza hacia el agotamiento.
Es importante reconocer los primeros signos que apuntan al agotamiento. Este es un dominio de la medicina ortomolecular. Mediante diagnósticos apropiados, se pueden detectar temprano los patrones típicos de un trastorno de regulación y podemos contrarrestarlos antes de que lleguemos al agotamiento y a sus posibles consecuencias.