Muchos medicamentos son una carga para el hígado. Esto se debe a que una gran parte de las sustancias farmacológicas se activan primero en las células hepáticas antes de que sean transportadas al sitio de acción.
El citocromo P450 es responsable de este proceso de activación. Esta enzima modifica selectivamente las moléculas del fármaco y las convierte siguiendo varios pasos en su forma bioquímicamente efectiva. El funcionamiento de este proceso no se puede completar si, por ejemplo, las células del hígado están sobrecargados o faltan cofactores importantes, creando un exceso de especies reactivas del oxígeno y radicales.
Es entonces cuando se habla de estrés oxidativo. Este estrés oxidativo juega un papel central en el desarrollo del daño hepático tóxico por drogas. Está asociado con un agotamiento de glutatión (GSH), la molécula más importante en la defensa antioxidante de la célula del hígado. La degradación, la desintoxicación celular y la excreción de drogas también presentan riesgos para el tejido hepático.
Factores que aumentan el riesgo de daño hepático
No todos responden por igual a una medicación. Las disposiciones genéticas, la edad y el sexo determinan la activación y el rendimiento de desintoxicación hasta cierto punto. Otros factores pueden ser influenciados.
Por ejemplo, cuando los medicamentos se usan durante un período de tiempo prolongado y el organismo carece de vitaminas suficientes, como por ejemplo de ácido fólico o de vitamina B12, las células del hígado pueden responder a un mayor daño oxidativo.
Si el zink o el selenio, cofactores para las enzimas de desintoxicación de las fases 1 y 2, no se encuentran de forma suficiente, intermediarios tóxicos pueden inundar las células y dañarlas. Lo mismo se aplica a la ingesta simultánea de medicamentos incompatibles cuyas interacciones indeseables cargan las células del hígado. Otros factores de riesgo incluyen la obesidad, la resistencia a la insulina, el hígado graso no alcohólico (esteatohepatitis no alcohólica/ EHNA) y el consumo de alcohol.
Las alcachofas, el diente de león y otras plantas pueden aumentar el flujo biliar hasta un 40%
Además de apoyar la digestión de las grasas, la bilis tiene la tarea de absorber y eliminar los productos de degradación y las sustancias tóxicas del hígado.
Residuos de medicamentos y sus productos de degradación están ligados al glutatión en las células hepáticas como parte del proceso de desintoxicación y, por lo tanto, haciéndose solubles en agua, lo que la bilis puede excretar a través del tracto digestivo en forma de heces.
Se puede estimular el flujo de bilis con alimentos especiales – tales como con sustancias amargas procedentes de la alcachofa, la genciana y el diente de león o con curcuminoides de la cúrcuma y la raíz de berberina. Estas sustancias apoyan la función de la bilis y la desintoxicación hepática. Se ha demostrado que el extracto de diente de león aumenta el flujo biliar en más del 40%.
El cardo mariano, la lecitina y la colina estabilizan las membranas de las células hepáticas y sirven para proteger el hígado.
Para fortalecer las células hepáticas y proteger el hígado, se pueden utilizar sustancias como la silimarina del cardo mariano. Esta sustancia estabiliza las membranas celulares y previene la penetración de compuestos tóxicos. Además, estimula la formación de ácido ribosomal (rRNA), lo que produce una mejor regeneración de las células hepáticas sanas. La silimarina se considera un antioxidante importante.
La lecitina (nombre bioquímico: fosfatidilcolina) también desempeña varias funciones en las células hepáticas. Por un lado, sus fosfolípidos estabilizan la membrana celular, por el otro, la lecitina desempeña un papel en el metabolismo de los lípidos y por lo tanto descarga las células del hígado.
La colina es una sustancia similar a las vitaminas. Se encuentra en grandes cantidades en la yema de huevo de gallina y en hígado de ganado vacuno y porcino. Pero también se forma en el propio cuerpo humano, por ejemplo, a partir de lecitina. La colina es un nutriente hepático esencial que desempeña un papel esencial en el mantenimiento sano de las células hepáticas bajo estrés. Una deficiencia se asocia con daño hepático e hígado graso no alcohólico. Si la célula hepática ya está dañada, la silimarina, la lecitina y la colina pueden apoyar los procesos reparativos del tejido hepático, como demuestran estudios sobre la intoxicación hepática.
Los aminoácidos, los oligoelementos y las vitaminas ayudan a la desintoxicación del hígado.
Algunos micronutrientes desempeñan un papel central en la descomposición de los medicamentos en el hígado, ya que la actividad de las enzimas depende de su presencia. El selenio, el zinc y wl magnesio, así como las vitaminas ácido fólico, B2, B6 y los antioxidantes como las vitaminas C y E son necesarios para el proceso de desintoxicación.
De particular importancia en el metabolismo de desintoxicación es el tripéptido glutatión, que se compone de tres aminoácidos: la glutamina, la cisteína y la glicina. El glutatión es un componente de varias enzimas (por ejemplo, glutatión peroxidasa o glutatión S-transferasa). La falta de glutatión puede ocurrir después de realizar deportes intensos o de competición, o con altos niveles de estrés oxidativo. Aquí se midió una reducción de los niveles de glutatión de un 50 a 60% del valor inicial. Esto puede dificultar seriamente los procesos de desintoxicación y sobrecargar las células del hígado.
Conclusión:
Los medicamentos recetados por el médico son generalmente importantes y necesarios. Sin embargo, cargan el tejido hepático y pueden causar daño hepático en casos extremos. Las medidas de protección en forma de sustancias vegetales, vitaminas, minerales y aminoácidos apoyan la desintoxicación hepática y fortalecen esta capacidad. El hígado es el órgano central para el metabolismo. Muy desapercibido, el hígado controla nuestra salud, por lo que deberíamos pensar más sobre su salud.